martes, 2 de junio de 2009

Este blog

Hay una tendencia, últimamente, de tratar a los drogadictos como el último eslabón de la cadena alimenticia. Es bastante justo cuando somos nosotros riéndonos de nosotros mismos, reconociendo algunos de nuestros clichés y admitiendo que a veces nos vemos bastante idiotas cuando estamos drogados; pero el problema comienza cuando empiezan a tratarnos como payasos. Hay un chiste -que no recuerdo de dónde es- que dice algo así “el país es como la mujer de uno: puedes decirle a tu mujer que es una perra; pero si otro hombre lo hace, tienes que matarlo”. Misoginia de lado, creo que el argumento es algo así: las cosas que amás sólo pueden aceptar crítica de quien también las ama. El resto está fuera de lugar.
Nosotros, como drogadictos, tenemos más bien una cultura pacífica y rara vez reaccionamos de forma ofensiva. Pero no nos vamos a transformar en otro estereotipo social. Es por eso que comienzo este blog, para poder opinar de cierta combinación de mis placeres y poder compartir esta experiencia con el resto, drogadicto o no. Para oponerme al estereotipo del sujeto con el cerebro muerto, atrapado en un entumecido círculo de consumo, y darle al mundo algo más nutritivo qué masticar. En pocas palabras: para decir lo que se me cante el culo de forma impune.
¿En un blog de opinión? Sí, otro más. Creo que es el campo común en dónde puede generarse el diálogo. Y el modus operandi es sencillo: miro/leo algo bajo el influjo de substancias y comento al respecto. Sin embargo, creo pertinentes algunas aclaraciones:

1) Tomo el término “drogadicto” con mucha libertad. En lo personal, me refiero más bien al uso responsable (o responsablemente irresponsable) de marihuana y alguna otra cosa. No me refiero a personas con problemas serios de adicción que afecten su vida social y personal. Lo elijo principalmente por sus connotaciones negativas, que me resultan funestas dado que nos encasillan a todos los usuarios como casos médicos. Lo cual me lleva al siguiente punto.

2) Soy políticamente incorrecto. No soy racista, ni fascista, ni misógino, ni homófobo, ni socialista, ni etc, etc, etc. A los fines de este blog me alejo de la categorización facilista (sería hipócrita decir que no quiero que encasillen a los drogadictos, pero empezar a encasillar bajo cualquier aspecto), pero no voy a escribir acolchonando las esquinas para que nadie salga lastimado. A los fines de este blog, “no soy un hombre, soy dinamita” (F. Nietzsche). Si no ofendiera a nadie, no estaría haciendo mi trabajo. Si alguna vez alguien sintiera que algún grupo esta siendo discriminado (sí, te hablo a ti, pequeño policía de usos y costumbres), tengan en cuenta que probablemente me esté burlando del cliché que se tiene sobre dicho grupo (y, como dice Barthes, todo metadiscurso es revolucionario) y tómenselo como se lo tomaría un drogadicto: ríanse, siéntanse algo ofendidos y, de última, abran otro blog más copado.

3) Tengo sentido del humor, también téngalo usted. Hacer una crítica seria pero sin jerarquización entre lo banal y lo serio se puede volver complicado y confuso. Cuando digo que tengo buen humor no digo que sea gracioso (que lo soy, pero no es mi meta a la hora de escribir), sino que hago lo que hago de buena fe. Incluso si me tocara hacer pedazos alguna obra, lo hago más con bien con el buen humor de compartir una opinión y no con la mala fe de querer tener la última palabra. Si usted no puede compartir ese espíritu vaya a otro sitio, la Internet es lo suficientemente grande para los dos.

4) No uso puntajes.

5) Este blog no es ni nunca será comercial. Esto es algo bueno y malo para ustedes porque nunca escribiré si no tengo nada que decir. Lo cual tiene dos consecuencias obvias: a) nunca voy a publicar hecho a medias por obligación y b) los updates serán irregulares.

6) Spoilers. El blog estará lleno de ellos. No es mi intención recomendar productos a quien no los vio, sino discutir la forma en la que experimentamos esos productos.

Bueno, creo que ya me tape el culo ante suficientes ataques en un texto que, probablemente, nadie vaya a leer por no hablar de ninguna película, serie, libro ni historieta. Si usted llegó hasta aquí: ¡Felicitaciones! Se merece el premio al lector escrupuloso.

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