martes, 2 de junio de 2009

Dragon Ball: Evolution

Empecemos por lo básico: sé que esta reseña va a generar un montón de odio. Y si bien estoy a favor de la disparidad de voces que generen un diálogo, empecemos por aceptar que esta es una opinión personal y con cierto trasfondo lúdico. Bueno, entonces, empecemos:

¡Qué-Buena-Película!

La vi grabada del cine y en gallego (en español, para los políticamente correctos), que me parece que es la única forma en que esta película puede ser disfrutable. Pero ¡qué viaje! De repente me sentí sumergido en una realidad paralela en la que los americanos conquistaban el mundo y fabricaban cosas como un Goku que lucha por ser popular en el colegio, un Martín Fierro a los James Dean, la Volsunga Saga con mucho teen angst. Era el mismo plano bizarro de donde salieron cosas como el musical de Buffy, el Vengador Tóxico, pero más aggiornado, más apuntando hacia lo comercial. En fin, creo que sufre del efecto spiderman: las partes de pelea me aburren horrores, pero las partes de la vida cotidiana me hacen cagar de risa. Es como si hubieran agarrado el manga de Toriyama, lo hubieran sacudido hasta que la historia desapareciera, hubieran agarrado los detalles y los hubieran rearmado sobre la base de Highschool Musical o Surf Ninjas.

Tengo que decir que James Marsters se tendría que haber quedado en el papel de Spike y morirse con él. Su Picolo no me convence en lo absoluto. Pero Goku me convenció en su nuevo papel de adolescente-freak,-que-en-realidad-la-tiene-clara-pero-aún-así-tiene un-leve-conflicto-sobre-su-naturaleza. Es como que no era Goku, pero el actor iba con el papel que se le había escrito. Chichi (Milk) era una asiática bonita con un barniz neo-feminista demagógico de Hollywood (soy una mujer orgullosa que no se siente amenazada al ocupar roles masculinos, pero sigo siendo el eslabón débil de la cadena). El chabón que hacía de Yamcha era feo. Pero feo en serio.

Una nota aparte merece Bulma. No tanto por ser una chica muy bonita sino por la actriz de doblaje de España, que le añadía el morbo que faltaba. Cada aspirada me ponía la piel de gallina, como sedosos latigazos mentales o como si me acariciaran con un cuchillo. No podía esperar las peleas con esa pseudo-dominatriz de Mai que Picolo tiene como patiño.

Y creo que gran parte del disfrute de la película se debe a que no soy un fan de la serie original. Me gusta el manga y el animé, pero no soy muy fanático de Dragon Ball. Sobre todo de Dragon Ball Z. No sé, me parece medio lento, repetitivo y embolante. Yo no quiero saber lo que es ser japonés y haber tenido que esperar una semana entera para que saliera el próximo capítulo en el que, seguramente, la batalla no iba a haber avanzado nada. Imagínense: ¡seis meses peleando contra Cell! ¡Más denso que Kurosawa!

En fin, me parece que si no se tiene en cuenta el referente (o se lo tiene en cuenta solo para la nota bizarra) es una película disfrutable. Mala, sí, pero no una hora y media de mi vida desperdiciada.

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